Por Daniel Bonilla

Alguna vez me dijeron que existía una banda llamada The Clash, y que tocaban punk. Qué es el punk, pregunté, y me explicaron, con aguda precisión histórica, que era un subgénero del rock aparecido en la segunda mitad de la década de los setenta, caracterizado por el retorno a la sencillez armónica, primaban en él la fuerza escénica, la irreverencia y la respuesta política frente a lo establecido, la injusticia y la desigualdad social. Muy bien, pensé yo en ese entonces, el punk lucía como la música que quería escuchar. Escuché a The Clash y aún hoy los sigo escuchando, son posiblemente una de mis bandas favoritas, pero no por ser todo eso que me dijeron que era, sino simplemente porque cuando el llamado punk, la música de los tres acordes y la autodestrucción, se convirtió en una constante de todos los grupillos que querían figurar…

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